Si estás por Miraflores, en la misma esquina de Recavarren con José Gálvez encuentras un cafecito delicioso, con mucha buena onda y lleno de cositas buenas, atendido muchas veces con todo el cariño por su propietaria Roxana Cavero.
Roxana estudió cocina y al terminar entró como practicante de repostería en el reconocido restaurante Astrid & Gastón. De ahí se fue a Tanta y luego partió al Cusco, donde estuvo a cargo por un año de un café & panadería. Cuando regresó a Lima volvió junto al potente grupo de Gastón Acurio que estaba inaugurando el restaurante La Mar.
Tiempo después dejó la carrera temporalmente, se casó y nació su primera niña. Cuando Abril tenía dos años decidió volver al ruedo con su primer emprendimiento: La Miga. “Esa primera vez fue mi socio el que me empujó a dar el salto y le voy a estar agradecida siempre porque fue una gran experiencia” nos cuenta; “yo estaba a cargo de la carta y todos los detalles que hacen que funcione un restaurante y que pueda mantener en el tiempo un estándar de calidad alto” y es que, además de tener un excelente producto y servicio, en un negocio gastronómico hay que cuidar también permanentemente la decoración, el ambiente y la funcionalidad para que todo fluya sobretodo en horas pico.
Como parte de la estrategia de promoción del restaurante, Rox contactó a su antiguo jefe Gastón Acurio para ver la posibilidad de salir en el programa Aventura Culinaria y un día tenía todas las cámaras filmando en el local. “Ese video me da mucha vergüenza –nos dice entre muchas risas- porque cuando me tocaba hablar frente a la cámara sentía que me daba la garrotera… ¡me dio pánico escénico!” Fue en ese minuto que decidió trabajar en su parte histriónica para poder seguir avanzando.
La sociedad en el restaurante culminó, pero Roxana seguía preparándose en esta disciplina que requiere exigencia física y también emocional. Se metía en todos los talleres y cursos que podía y aprendió de la mano de grandes como Bruno Odar, Wendy Ramos y Denisse Dibós.
“Vengo de una familia muy pegada a las artes y desde chiquita me encantaba participar en todas las actuaciones del colegio…. pero al crecer me fui por otro lado en mi vida, a veces pasa”. Cuatro años se dedicó a prepararse, Sol –su segunda niña- llegó entremedio, y al fin estuvo lista para aparecer en su primera obra teatral: “Romeo y Julieta, dirigida por Bruno Odar, fue mi primera obra profesional. Yo era la mamá de Romeo y Camila McLennan era la mamá de Julieta. Nos hicimos patasas porque yo pasaba por ella para irnos a actuar al centro de Lima toda la temporada. Aprendí mucho de ella porque es una maestra de la actuación, la admiro con todo mi corazón”.

Sin embargo, pese a lo bien que le empezaba a ir en su incipiente carrera actoral, en lo personal tuvo que pasar por una etapa compleja que finalizó en una separación. “Fue un punto de quiebre claramente, pero ahora sé que tuvo que pasar, que han tenido que haber muchos cambios duros en mi vida para que yo me decidiera a dedicarme a lo que me gusta”. Siguió actuando y al año y medio, junto con su hermana Claudia y otro socio más, se inauguró Cosita Buena Café.
“Yo siempre quise tener un café. Diez años me la pasé buscando un local en este barrio, mi barrio, porque quería tener mi negocio cerca a casa para poder dedicarle tiempo a mis hijas”. Y un día le pasaron la voz que estaba disponible la esquina que ahora se ha convertido en su segunda casa y así partió el proyecto en el que día a día mete alma y corazón.
“El concepto del café se va creando día a día. Cuando abrimos la idea original era ser “la cocina de la abuela” … pero nos hemos ido reinventando en el camino, porque de repente te das con que tienes público vegano, y claro, en la época de mi abuela no había veganos, ni celiacos, ni intolerantes a la lactosa y ahora sí; así que tienes que ir actualizándote sobre la marcha, escuchando a tus clientes y creando opciones para ellos porque en cada mesa tienes un universo de gente. En mi casa quiero poder atender a todos y que todos sean felices, y Cosita Buena es mi casa también”.
Ir encontrando la fórmula, cambios en la sociedad inicial, meses de verano en que baja la afluencia de público, son diversos factores que han golpeado duramente el negocio. Pero Roxana sigue de pie y cuando nos habla de su café se ilumina entera y nos cuenta con pasión varias ideas que quiere desarrollar y que le faltan horas en el día para repartirse entre su emprendimiento y la crianza de sus niñas “Felizmente tengo el negocio a cinco cuadras de mi casa, como emprendedora encuentro que ese es un lujo y me encantaría que todas las mujeres pudieran tener lo mismo para que no te pases horas metida en el tráfico para ir a trabajar, es de locos”.
Cosita Buena no solamente ha ido adaptando su carta, sino que se ha ido transformando en un espacio directamente relacionado con el arte. Ya han tenido presentaciones de músicos, de impro, de magia y también teatrales. “Se convirtió como un café teatro íntimo; estamos viendo cómo funciona y que podemos mejorar. Por ahora se mueven todos los muebles de la zona dos del café para transformarlo en una sala con aprox veinte butacas, mientras que la zona uno se convierte en la zona de los previos para tomarse un vinito o cafecito y comer unas tapas antes que parta la función”. Así, sin proponérselo, Roxana ha juntado armoniosamente sus dos pasiones: la cocina y el arte, habilitando un formato pequeño y alternativo que pueda funcionar como plataforma para diferentes artistas. Y es que en el Perú aún nos falta potenciar los canales de expresión cultural; hay mucho talento y faltan salas para mostrarlo. Cosita Buena apuesta hoy por ser una desde, literal, su esquina.

“Mis amigos me ayudan mucho. Eso es lo bonito del emprendimiento, saber que tienes aliados que se involucran con tu sueño. Por ejemplo, el cuadro principal del café es de un amigo, la cerámica hermosa es de una amiga, mis principales clientes son familia y amigos. Nos vamos tendiendo las manos en el día a día para crecer, al final somos todos parte del concepto que significa Cosita Buena ¡Lo mas lindo de emprender un proyecto es generar comunidad!”
Roxana tiene muy claro que el crecimiento debe ser escalonado: para seguir creciendo como empresa tiene que invertir en hacer crecer al equipo y así poder entrenar y delegar. “Ahorita veo la operación, las compras, las redes sociales, ya llegué a un punto en que no puedo seguir abarcando todo”. Tiene como objetivo nombrar a alguien que se haga cargo de las tareas administrativas del local para que ella pueda dedicarse a la producción de los eventos en el café y al desarrollo de nuevos productos para ofrecer. “Todos mis cartuchos están en Cosita buena y estoy enfocada en verlo crecer” nos dice muy decidida.
Lo mejor de haber tomado la decisión de emprender ha sido poder disfrutar de sus hijas. “No encontraba justo para mis hijas tener un trabajo de quince horas al día y no verlas nunca. Yo decidí dedicarle tiempo a mis niñas. Ellas son la prioridad de mi vida, Cosita Buena es la segunda. Además, las niñas van muy seguido al café y lo disfrutan mucho. Abril sabe usar el POS, toma comandas, es pastelera y le encanta ayudar en la cocina. Sol no tiene permiso de entrar a la cocina porque es muy chiquita todavía, tampoco a la barra, pero ayuda con otras cosas. Hay normas que tienen que seguirse, obvio. Pero me encanta llevarlas e involucrarlas… y están aprendiendo a trabajar, eso es muy importante”.
¿Qué se viene este segundo semestre 2019? Además de la reorganización administrativa del café para estandarizar la operación, aumentar las ventas y, claro está, seguir incursionando en este nuevo formato de café teatro, Rox ya tiene programada la filmación de dos cortometrajes, uno de ellos con su hija mayor como actriz también “Abril sale en cámara desde que tiene dos años, es una capa”.
Asimismo, está considerada en un nuevo proyecto de Diez Talentos para poner en escena una obra colectiva en octubre y también ha interpretado un pequeño papel en una película que se estrena este año.
“El impulso lo tenemos todas, pero la valentía a veces nos falla…. ¡Y hay que ser valientes!. Si sale mal no importa, la experiencia no te la va a quitar nadie. Mientras disfrutes al máximo el proceso y que en tu día a día vayas construyendo lo que puedes con la energía que tienes y puedas irte a dormir tranquila sabiendo que diste lo mejor de ti misma, es suficiente. Es un día a la vez, hay que tener valor”.
