Luciana – Lu para los amigos y para todos los que tengan buena onda, como ella- empezó en el mundo de los zapatos con otra idea en mente. Hace algunos años partió a Huaraz y se pasó varios días buscando llicllas (esas hermosas mantas tejidas en nuestros andes que las mujeres llevan en la espalda). Su búsqueda era específica: las quería tejidas a mano y de algodón. Logró encontrar varias full coloridas que combinaran con todo y regresó a Lima feliz con ocho mantas para armar su primera colección. “Me la sufrí todo… saqué una colección linda de balerinas, pero en el camino me di con que era un material muy difícil de trabajar… si las jalas en exceso se rasgan, si no las jalas bien se deshilachan, y si no las pegas bien se desarman. Encima la gente que vive en Lima no era el target, en esa época aún no valoraban lo que era una pieza hecha 100% a mano, desde el material hasta la hechura”. Se quedó con varias piezas en stock y dejó el emprendimiento a un lado para dedicarse a otras cosas.
Tiempo después, en una reunión con su círculo más íntimo de amigas, la tía de la dueña de casa le preguntó inocentemente “¿y tú que haces?”. Antes que pudiera responder, sus amigas se adelantaron y la colocaron nuevamente en el ruedo: “Lu hace zapatos a mano le dijeron y yo quedé muda… y de repente la conversación giró en que era difícil conseguir zapatos en Lima cuando calzas equis, que siempre los hacen en pocas tallas y todos iguales, y la tía de mi amiga me dice “yo quiero unas botas como las que tengo puestas, pero como las estoy usando ahorita no te las puedo dar”, así que les tomé foto, a los días me fui a verla a su oficina con todos mis implementos y le hice exactamente las botas que ella quería.
Ahí retomó su negocio y nació Luebe by Lu.
No fue una cosa improvisada en todo caso. Lu, fan de los zapatos, se metió a estudiar modelaje y confección de calzado, donde aprendió a trabajar el proceso en todas su fases. Hoy en día no solo diseña y revisa al milímetro la producción con sus proveedores estratégicos, sino que es parte activa en la búsqueda de modelos, tendencias y materiales para poder ofrecer a sus clientas diversas opciones según sus gustos y requerimientos.

“No hago colecciones, porque no es mi tema. Porque a mí lo que me interesa no es que Ana, María y Josefa tengan el mismo par de zapatos; me interesa que Ana tenga los suyos, María los suyos y Josefa los suyos… y que los tres puedan ser parecidos, más no iguales. Por eso me siento a diseñar contigo”. Este giro se dio en parte a su experiencia inicial con las balerinas como también a su propia experiencia buscando siempre algo que la diferencie del resto. “Muchas veces me dicen pucha Lu, yo quiero igualitos a los que tú tienes y yo les digo nop, estos son míos, diseñemos unos parecidos pero que tengan tu propio estilo”.
Este modelo de negocio tiene sus pros y contras como todos. El pro mas significativo es lograr una conexión emocional con sus clientes, ya que son parte del proceso desde la creación. Esto también significa que el precio sea un poco más alto si lo comparas con lo que ofrecen las marcas comerciales, y eso Lu lo tiene muy presente. “Claro, puede que mis precios sean diferentes respecto a la competencia, pero te puedo garantizar que tus zapatos no los vas a ver en la vecina del tercer piso, ni que cuando llegues a una reunión veas a cinco personas más con el mismo par de zapatos que todas compraron en una tienda por departamento. Esa es mi ventaja competitiva”.
Son quince días en promedio lo que demora que cada una de sus clientas tenga en manos ese par de zapatos hecho a su pie y a su gusto. “Todo empieza con una pregunta muy simple ¿qué es lo que realmente estás buscando? Una vez tengamos clara la idea puedo encontrar la inspiración que se asemeje a lo que tú quieres… o sea, no es el que a mí me gusta, es el que tú quieres. Con esas imágenes nos juntamos, nos sentamos, y contigo armamos el zapato que tú realmente buscas. Una vez que tenemos el prototipo, me tiro en el piso, saco mi hojita de papel, mi centímetro, te dibujo el pie, y con eso me voy al taller”.

El nombre de su marca salió de casualidad. “Todo el mundo piensa que es por mi nombre, pero no, fue una traducción mal hecha” nos cuenta entre risas. “Buscando cómo llamar a mi emprendimiento, con un nombre corto y que sea fácil de recordar, puse en estos diccionarios online zapato en alemán y me salió löwe, que se pronuncia algo así como luebe. Lo testeé con mis amigas y a todas les encantó. Pero resulta que zapato en alemán en realidad es schuh y yo no se cómo a mi me salió esta otra palabra que en realidad significa león”. El logotipo fue un regalo de cumpleaños, hecho por una amiga: “amé el detalle y amé que tenga una mariposa, un símbolo directamente relacionado con mi mamá”.
Lu nos cuenta que aún está en esa etapa donde todas las ganancias se reinvierten, lo que acentúa a veces esta incertidumbre económica por la que pasamos todas al emprender: “¡Olvídate! Hasta que tu emprendimiento se asiente hay meses que una tiene y otros meses que una no tiene. Es así. Pero en el camino aprendes que depende de ti manejarte y mantenerte. Nadie lo va a hacer por ti”. Lu es muy organizada en ese sentido y la administración de su negocio la maneja directamente. Desde hace unos meses utiliza también el sistema de pagos izipay para facilitar la compra de sus clientas, lo que además le da seguridad a ambas partes en la transacción.
En este escenario, al igual que muchas emprendedoras, Lu trabaja desde casa generalmente y en sus visitas a terreno (yendo donde sus clientas y sus proveedores) carga con celular, tablet y laptop para poder avanzar.
Luebe by Lu se promociona principalmente por el boca a boca. Sus primeras clientas fueron sus grandes amigas y a través de ellas Luciana empezó a atender a sus cercanas, generando un bonito grupo donde la atención personalizada es prioridad. Pero para crecer hay que captar nuevos mercados y su marca está en ese proceso. “Ahora también me promociono por facebook e instagram, pero confieso que lo tengo un poco lento porque aun no comprendo al 100% cómo funcionan estas plataformas para negocio. Tengo que profundizar mas para poder armar una estrategia y que sea un canal de venta”.

“Emprender me ha enseñado a creer en mí. Me ha demostrado que soy capaz de cualquier locura que sueñe. Así al resto del universo le parezca imposible, yo ahora sé que si lo sueño soy capaz de lograrlo. Me ha enseñado a ser paciente, porque para encontrar aquello que le gusta e interpreta a tu cliente tienes que tomarte tu tiempo. Me ha enseñado a soñar despierta. Me ha enseñado a buscar. A hacerme entender sin saber dibujar. Me ha enseñado a que sí, a veces las cosas no son tan fáciles y te puede costar un montón de caídas, pero si tienes a las personas correctas a tu lado ellas se van a tirar al piso contigo hasta que te puedas levantar. Ya lo había aprendido antes, pero este proceso me lo reconfirmó. Yo tengo la enorme suerte de contar con el apoyo de mis padres, mi hermano y mi familia, la de sangre y la elegida”.
No es la primera vez que Luciana se mete de cabeza en un negocio propio. Varios años atrás tuvo una pizzería y también manejó en sociedad una empresa de merchandising. Ninguno prosperó en el tiempo, cosa que sucede en muchas ocasiones y por diversos motivos. Lo importante es aprender de los errores y corregir el rumbo con la mejor actitud, cosa que le sobra a esta emprendedora. “Yo empecé a trabajar saliendo del colegio, a los 17 años. Era verano y mi papá decidió que no era buena idea que me fuera a la playa como siempre sino que debía trabajar con él en el negocio familiar: una empresa que vendía filtros de aire, agua, gasolina y aceite para carros, camionetas y camiones frente al Estadio Nacional. Pero no por ser hija del dueño tenía algún privilegio, todo lo contrario. Empecé en el almacén, aprendiendo desde cero los procesos, haciendo inventarios… yo agradezco de corazón esa experiencia porque me enseñó mucho, no solo del negocio en sí, sino de humildad y esfuerzo”.

Lu quiere seguir creciendo con su marca, trabajo que la apasiona. “Espero que Luebe me traiga millones de aventuras” nos dice emocionada y muy segura que así será. “Quiero seguir aprendiendo, pero ahorita hacer una especialización no está dentro de mis posibilidades, que no es lo mismo que no esté dentro de mis sueños, en eso estamos”… y le creemos 100%.
“¿Qué le diría a una mujer que quiere emprender? Lo que me decía mi abuela: Si le pides a Dios y le pides muy poco, estás realmente loco. SI lo sueñas es porque puedes lograrlo. Si te viste ahí parada es porque puedes llegar, siempre con la frente en alto. Y rodéate de la gente que te quiere de verdad, la que te suma, la que te apoyar, la que va a estar contigo pase lo que pase. Tírate a la piscina aunque tengas miedo porque no sabes nadar, quien te dice y ganas las olimpiadas”.