A Pamela Contreras siempre le gustó crear con sus manos.
Cuando estaba en la universidad hacía piezas de bisutería para ella y le quedaban tan lindas que sus amigas le pedían réplicas. “Me decían hazme una igual… así que yo les fabricaba collares, pulseras y se las vendía. No era nada formal ni algo en lo que pensara dedicarme en esa época, pero disfrutaba mucho hacerlo”.
“Hace trece años, cuando nació mi hijo mayor, decidí empezar como un pequeño proyecto para tener un ingreso extra y así creé la marca y la página en facebook. Al principio tenía pocos seguidores, vendía solo a amigas, amigos, allegados… fui ganando clientas poco a poco” nos cuenta, “Pero tampoco podía dedicarme al 100% porque no tenía mucho tiempo … y de ahí llegó mi segundo hijo, menos tiempo. Recién cuando el más pequeño empezó a ir al colegio ya pude organizarme mejor, dividir mis horarios, dedicarme más a mi marca y ahí fue que comencé a crecer”.

Shumaq es actualmente el trabajo con el que Pamela se sostiene. Hace cinco años aprox dejó la bisutería para dedicarse exclusivamente a las piezas de plata y oro, combinándolas con piedras, cuero, enchapes y otros elementos que surjan en su proceso creativo. Ella, educadora de profesión con una maestría en intervención psico-educativa, trabajó en diversos rubros antes de ser mamá. “De hecho hubo un tiempo en que trabajé en una joyería y aprendí muchas cosas ahí”, nos cuenta. “Ya cuando mi hijo mayor tenía como dos años empecé a buscar trabajo en lo mío… ¡pero lo que me ofrecían era tan poco! y haciendo cuentas, iba a tener que contratar una nana, más la movilidad, más otros gastos… no tenía ningún sentido. Así que decidí emprender. Pero ojo, cuando tú emprendes tienes que organizarte muy bien, si no, como no es algo obligatorio y en teoría no hay horarios como cuando trabajas en una empresa, empiezas a postergar. Tienes que organizarte y fijarte cumplir con los objetivos que te has propuesto”.
Ahí formalizó lo que ya venía haciendo de manera esporádica, intercalando la maternidad con su emprendimiento. “Ya cuando vino mi segundo hijo buscar trabajo no era opción, así que me dediqué con todo a hacer crecer mi marca”, y esa determinación, sumada a la diciplina y un verdadero amor por lo que hace, ha logrado que trece años después Shumaq esté consolidada.
“He estado en para todos estos meses de cuarentena… solo me dediqué a mover mis redes sociales para estar siempre presente entre mis clientas. Pero para el día del padre, como ya empezó la reactivación, me empezaron a pedir piezas para regalar, así que coordiné con el joyero con el que trabajo y logramos encontrar la forma de trabajar a distancia… le mando los diseños, él me prepara las piezas y me las envía de vuelta y yo acá en casa me dedico a armar todo” nos cuenta mientras nos indica que lo que más sale en esta temporada son las pulseras de cuero con argollas de plata que llevan los nombres de los niños. “Desinfecto absolutamente todo con alcohol, las piezas, los empaques, todo. Porque yo soy también consumidora y cuando me llega algún delivery me genera ansiedad el tema de si todo está bien desinfectado o no, entonces con mayor razón estoy muy preocupada de mandar todo a mis clientas con todas las medidas de higiene para prevenir el virus”.

El crecimiento de su marca ha sido en gran parte a través del boca a boca. Para Pamela es vital que sus clientas queden 100% satisfechas no solo con cada pieza que compren, sino con todo el servicio, desde que solicitan la cotización hasta la post venta.
“No es algo habitual, pero puede pasar que se rompa una soldadura por ejemplo … pues coordino con mi clienta y vemos como repararla inmediatamente. Para mi es muy importante que sepan que cuentan con todas las garantías. Tengo clientas que siempre están ahí, por años, que conocen mi trabajo y me recomiendan siempre”.
Y, efectivamente, es frecuente ver el nombre de su marca en los grupos de datos en facebook cada vez que alguien está buscando una pieza en plata, tanto para uso personal como para uso corporativo, “además doy factura, eso es importante para que las empresas te consideren”.
En todos estos años Pamela ha tenido que ir aprendiendo en el camino. Si bien antes de casarse había llevado un curso de Corel Draw y Photoshop, con el tiempo ha ido perfeccionando la forma de tomar fotos a sus productos.
“Si ves mis fotos de hace siete, seis años, comparadas a las de ahora, son muy diferentes”, nos cuenta entre risas. “Voy por la terraza, la lavandería, la cocina, buscando donde haya luz natural para tomar nuevas imágenes hasta llegar a la que me gusta”.
Asimismo, ha procurado llevar talleres para conocer y manejar mejor sus redes sociales que son actualmente el canal que más utiliza para promocionarse y en el que invierte mensualmente en campañas “He aprendido a segmentar mejor mi publicidad. A raíz de esto mejoró muchísimo la respuesta en mis publicaciones” indica. Pero, como en todo, hay ciertos temas que se aprenden por ensayo error: “Antes yo no subía mis fotos con el logo de mi marca ¡hasta que me pasó que vi mis imágenes en otras páginas! A mí no me importa que otra emprendedora haga una pieza similar a la mía… porque entiendo que uno se inspira en muchas cosas y nunca quedan iguales porque cada una tiene un estilo para trabajar… ¡pero hazla tú y tómale tu foto!… no uses una foto que no te pertenece”.

Como muchas emprendedoras, Pamela cumple varias funciones para sacar adelante su marca. “Yo ahorita no tengo a nadie que me ayude, manejo mis redes, hago los diseños, superviso la producción de las piezas de plata y luego yo armo todo”. Sus proveedores son sus aliados estratégicos en esta aventura y particularmente con su orfebre trabaja ya hace más de cinco años: “cuando hice la transición de bisutería a plata fue cosa del destino, porque fui de frente donde ese joyero” nos cuenta riendo. “Yo empecé a trabajar en plata haciendo nombres y dijes. Busqué en Google algunas direcciones de talleres y me fui a caminar a ver que tal, que encontraba… y cómo que me jaló ese… revisamos los precios y otros detalles y le mandé a hacer las cosas. Hasta hoy seguimos trabajando juntos y todo muy bien, aunque normalmente yo estoy ahí en el taller supervisando todo el proceso, cosa que no puedo ahora por la cuarentena. En todos estos años he aprendido un montón de cosas. Con el tiempo he conocido también a diversos proveedores de cadenas, de piedras, de enchapes… he ido probando hasta encontrar a aquellos con quien trabajamos bien”.
La clave para poder llevar su marca por tantos años haciéndola crecer, a la par de la crianza de sus dos hijos, ha sido la organización “yo quería un trabajo que me permitiera estar con ellos y no perderme de cosas”. Y no solo lo ha logrado sino que lo ha mantenido en el tiempo, convirtiendo su emprendimiento en un proyecto rentable y sostenible.
“Ahora ya mis niños están más grandes y es un poco más fácil, pero cuando estaban más pequeños aprendí a organizarme bastante bien. En las mañanas que ellos estaban en el colegio yo me iba a trabajar al taller. En las tardes avanzaba si tenía que adelantar algo, pero generalmente estaba con ellos para ver las tareas y sus otras actividades. Igual varias veces me he ido con el más pequeñito a entregar pedidos o despacharlos por Olva” nos cuenta, “tengo la suerte que mi mamá me ha ayudado muchas veces también, y con el papá de los niños nos coordinamos, uno siempre encuentra la manera de ordenarse y hacer las cosas … yo siempre digo que tengo tres hijos, mis dos niños y mi marca, así que busco el tiempo para dedicárselo a cada uno”.
Con la cuarentena y los niños estudiando desde casa, Pamela ha cambiado su rutina de trabajo, adaptándose a los nuevos tiempos. “Mi hijo mayor ya ve solo sus cosas y se organiza con sus clases, pero al más pequeño si tengo que acompañarlo más del 90% del tiempo” nos cuenta riendo. “Trato de dejarlo solo por ratos, pero es más difícil que se concentre todo el tiempo frente a una pantalla porque todavía es muy niño”. Por eso, ahora que nuevamente está produciendo para vender, recién se activa en modo emprendedora a partir de las tres de la tarde, “Estoy compartiendo igual el tiempo pero de una manera diferente; en las noches es cuando más trabajo ahora”.

Cuando conversamos sobre la coyuntura no notamos ni por un segundo alguna mueca de desanimo, al contrario, Pamela está muy positiva y tiene muy claro por donde debe avanzar ahora. Justo iniciando este año tenía pensado dedicarse a lanzar su página web para que sea su principal canal de venta. Ahora, con la nueva dinámica de comercio que se va a generar a raíz de la reactivación, implementar esta idea es una de sus prioridades.
“Yo vendo mucho a través de redes sociales, pero quiero que la transacción sea más formal, más rápida”. Su objetivo es automatizar la venta para que pueda darse las 24 horas desde cualquier lugar: “yo ya manejo la opción de pagar online, lo que ya es una ventaja porque antes si tenía que ir personalmente a hacer las entregas llevando mi POS” nos cuenta, pero con el canal online puede facilitar la gestión de todos sus clientes, haciendo más funcional y atractiva la experiencia de compra. “Quiero armar los catálogos online ¡pero tengo tantos modelos!” confiesa entre risas, “me tengo que sentar a armar las colecciones para que sea más fácil para mis clientas ubicar lo que quieran, según el stock disponible… esto sin dejar de lado la producción personalizada a pedido con la que trabajo en muchas ocasiones y que toma en promedio cinco días”.
Pamela se inspira con referencias y tendencias, pero parte de su proceso creativo nace en el momento: “a veces me siento con todas mis piezas y empiezo a armar y armar y armar… y aparecen nuevas creaciones”. Para conocer si estas nuevas piezas gustan tiene un método infalible: las prueba ella misma y monitorea la reacción de las demás personas “si gusta y pega lo empiezo a producir para Shumaq”.

¿Qué le dirías a una mujer que está pensando en emprender?
“Que recuerden que siempre lo que tengan para dar, alguien lo va a necesitar; lo que tú hagas le va a gustar a alguien.
Te cuento una anécdota: Mi mamá es muy emprendedora y pinta muy lindo, siempre se le ocurrían cosas para generar ingresos extras, y hubo un tiempo que estuvo vendiendo polos para niños y ella los pintaba. Entonces una vez pintó un payaso que no le gustó mucho como le quedó… decía que vergüenza cómo me quedó este polo, pero igual lo dejó con todos los demás. Y de repente llegó una clienta ¡y le encantó el polo! Desde ahí mi mamá nos enseñó que siempre a alguien le va a gustar lo que tú hagas.
Siempre me acuerdo de eso, porque es muy cierto… a mi me pasa ahora cuando siento que algo no me queda exactamente como yo quería, pero igual siempre hay alguna clienta que lo encuentra lindo. Muchas veces es una misma la que se bloquea… y no, hay que soltar eso.
Tienes que simplemente atreverte y hacerlo … No pierdes nada. ¡Y prueba! Si la primera que hiciste no funcionó, vuélvelo a intentar… y confía, porque a veces te salen las ideas de la nada. Cuando todavía hacía bisutería un día se me ocurrió bordar con las piedras ¡y fue un boom! De hecho, ese fue el momento en que dije esto es lo mío y me enfoqué en crecer. No tengas miedo de probar, sigue intentando y verás que irás creciendo, siempre quedando bien y cumpliendo con tus clientes.
Y capacítate todo lo que puedas. Incluso a veces no tienes ni que pagar, porque hay mucha información disponible para que aprendas… pero si hay algo que no domines pide ayuda, no es malo no saber, lo malo es no querer aprender”.
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