Vivir, sentir y transmitir emociones a través del canto. Esa ha sido siempre la actividad favorita de Leslie Wurman desde que tiene memoria.
“Yo quería ser cantante, pero esa no era una opción cuando terminé el colegio”. Y claro, años atrás el arte era considerado más un pasatiempo que una carrera profesional en sí para muchas familias. Así fue como, buscando una carrera que se asociara en algo a su gran pasión, ingresó a la Universidad para estudiar fonoaudiología, disciplina que se encarga de evaluar y corregir los aspectos de la comunicación. “El campo de la fonoaudiología es súper amplio. En mi caso, yo me he especializado en el área de voz, pero la carrera también involucra los trastornos de habla y de lenguaje, los trastornos de audición. Ahora incluso hay una rama de la fonoaudiología que se dedica a la estética facial” nos cuenta.
Egresada de la Universidad, Leslie comenzó su vida profesional atendiendo a niños preescolares de manera particular, cumpliendo el sueño de la independencia laboral desde el inicio. Sin embargo, en ese momento de su vida no era lo que necesitaba. “Llegué a un punto en que ya no quería seguir porque estaba sola todo el día, o sea, trabajaba con mis pacientes, pero era una hora de terapia y de ahí de nuevo subirme al auto para ir a otro lado… pasaba muchas horas del día sin poder conversar con nadie”. Una búsqueda en internet la motivó nuevamente, cuando encontró un curso de doblaje al que se inscribió sin dudar. “Estaba fascinada. En ese curso aprendí mucho de actuación, de control de la voz. En el doblaje tienes que hacer muchas cosas al mismo tiempo y muy rápido: hay que primero mirar la imagen en silencio, después tienes un guion al frente, debes escuchar el audio original, leer tu guion, interpretar lo que está diciendo el personaje y cómo lo está diciendo para que puedas doblar su voz de manera creíble; hay que coordinar muchas cosas en ese minuto, es un trabajo muy intenso”.
“Si bien no pude dedicarme al doblaje terminando el curso, si me sirvió ene para darme cuenta de que yo era capaz de cualquier cosa”.

Con esa nueva seguridad, Leslie postuló a un trabajo completamente diferente a su formación y experiencia en una de las escuelas de idiomas mas conocidas de Chile. Pasó todas las entrevistas y quedó como la nueva coordinadora en una de las líneas de negocio que la empresa buscaba potenciar, para luego pasar por diferentes cargos en los más de tres años que estuvo ahí. “Fui Product Manager de los servicios de outsourcing, Sub Directora Académica de los cursos para niños… ¡hasta estuve un tiempo viendo venta empresa!” nos cuenta entre risas “y fue otra vez en la vida en la que yo dije ¡uh! ¡realmente puedo hacer cualquier cosa!”.
¿Por qué una mujer con un trabajo independiente, manejando sus tiempos, decide cambiar todo por un trabajo de oficina? “Porque necesitaba estar con más personas todos los días. Ahora estoy en otro minuto de mi vida, ahora soy mamá y tengo otras prioridades, entonces estoy feliz siendo independiente nuevamente… pero en ese minuto no, yo necesitaba compartir los logros, las dudas, necesitaba ese feedback constante que no tenía al salir de la Universidad. Esos tres años me enseñaron cómo trabajar en equipo y fue muy gratificante”.
De hecho, renunció cuando le tocaba regresar de su periodo post natal porque no quería dejar a su hijo solo todo el día y se dedicó un año entero a la maternidad exclusiva. “Emocionalmente me costaba muchísimo, me generaba mucha angustia tener que salir a trabajar”, un sentimiento habitual en las madres ya que los horarios fijos de oficina son muy absorbentes y nada compatibles con el cuidado y atención que requiere un bebé.
“Cuando mi hijo ya tenía un año se me presentó la oportunidad de hacer un reemplazo en el Museo Interactivo Judío de Chile, que estaba recién abriendo. Era un trabajo de medio tiempo en las mañanas, entonces era perfecto para volver al ruedo sin tanta culpa. Mi función era coordinar con los colegios y hacerme cargo de la logística de las visitas… y lo disfrutaba mucho porque, viniendo de una empresa donde si había que cumplir cuotas de ventas, acá no importaba mucho eso porque no tenía fines de lucro. Nuestro enfoque y objetivo era abrir nuestra comunidad al país para que conocieran el judaísmo desde una perspectiva histórica y cultural”.
El Museo Interactivo Judío de Chile tiene un recorrido histórico con una espectacular proyección en 360 grados sobre el relato bíblico y diversas actividades que nos permiten introducirnos en la cultura del pueblo judío. Asimismo, hay un recorrido en el que se muestra el Holocausto o la Shoá, el terrible acontecimiento que no sólo terminó cruelmente con la vida de seis millones de judíos, sino que atacó y exterminó también a otros grupos étnicos solo por ser diferentes.
“Hoy en día el museo está trabajando en muchas más cosas. Por ejemplo, se hacen charlas y cursos relacionados con lo que pasó en el Holocausto y la actual toma de decisiones respecto a otros seres humanos. Porque, a ver, yo tengo un lazo directo, soy judía y mi abuelo y mi bisabuela escaparon de la segunda guerra mundial. Se por ellos mismos lo que fue sobrevivir a algo así. Pero las nuevas generaciones no lo tienen, otras comunidades tampoco, entonces es muy fácil repetir una tragedia así. Está súper a la vuelta de la esquina encontrar un nuevo chivo expiatorio ante tanta intolerancia, tanto odio, tantos prejuicios en general. Por eso es tan importante recordar la historia, para no repetirla nunca más”.

Terminando ese reemplazo, Leslie decidió volver a ser una trabajadora independiente y se asoció para lanzar al mercado una plataforma online dedicada a la venta de artículos para todo tipo de celebraciones. “Tuve que aprender como constituir una empresa, que trámites había que hacer. Yo ya había aprendido a relacionarme con proveedores en mis trabajos como dependiente, pero ahora tenía que ponerlo en práctica sin supervisión”. Por cosas del destino, duró en ese proyecto sólo un año y vendió su parte al otro socio, pero ya había empezado a seguir en redes sociales a Marco Guzmán, un ex profesor de su carrera de fonoaudiología y se sintió más que preparada para regresar a practicarla después de haber aprendido de otras experiencias. “Es el mejor fonoaudiólogo de voz que hay en Chile y tuve la suerte de hacer junto a él una pasantía en la Clínica Las Condes”.
Totalmente empoderada, faltaba únicamente retomar su gran pasión: el canto.

Un año antes, el 2014, la Municipalidad de Vitacura había lanzado un proyecto incentivando y promoviendo la cultura en la comuna, convocando a diferentes talentos artísticos para interpretar “Oliver”, el musical de Lionel Bart basado en la novela homónima de Charles Dickens. Leslie se entusiasmó mucho, pero Ari, su hijo, estaba aún muy pequeño y lo tuvo que dejar pasar. Para el 2015 nada la detuvo y audicionó para el nuevo musical, quedando seleccionada junto a otras 90 personas. La puesta en escena fue “Cuenta la Historia”, una recopilación de famosos musicales como Annie, Miss Saigón, La Novicia Rebelde, Mary Poppins, entre otros. “Lo armamos en tres meses sin ser profesionales, ensayando dos veces a la semana, fue una locura. Pero fue como revivir, en serio”.
Si bien desde muy niña ha llevado clases de canto, en la etapa universitaria tuvo que dejarlo un poco de lado porque no le daban los tiempos. Luego, entre las actividades del trabajo y después la maternidad, lo retomó de manera intermitente llegando incluso a organizar recitales junto a Gaby Trebitsch, una de sus mejores amigas. Pero esto era diferente. No sólo por la intensidad de los ensayos, sino por todo lo que involucra interactuar armoniosamente con un gran equipo creando una pieza única donde se vive y manifiesta el canto, el baile y la interpretación.
“Cantar es algo que yo necesito como el aire… no puedo prescindir de cantar porque va más allá de si me gusta o no me gusta, me hace bien, me hace sentir viva”.
Al año siguiente volvió a participar con “Los Miserables” y al subsiguiente con “My Fair Lady”.
Ya no existían límites. Tenía clarísimo cuál era su camino y estaba dispuesta a recorrerlo feliz.

“Conversando un día con un amigo de mi hermano que tiene una empresa audiovisual me dijo ¿por qué no te dedicas a la locución? Y me contactó con Max Malagoli, un tremendo locutor chileno”. Leslie conversó con él para saber más al respecto y le consultó si era suficiente haber estudiado doblaje para poder dedicarse a este rubro. “Me dijo no, si tú tienes la oportunidad de estudiar locución hazlo, porque te van a enseñar a grabarte a ti misma, vas a aprender a editarte…. Y es súper importante eso porque los locutores trabajamos así, grabamos desde nuestras casas o nuestros propios estudios, no arrendamos horas de estudios externos porque no es rentable”.
Por año y medio se dedicó a estudiar, además de invertir en sus equipos. “No son nada baratos, pero hay que considerar siempre que no son un gasto, son una inversión. Si yo quiero entregar un producto de calidad debo trabajar con las herramientas correctas para poder hacerlo. Lo que me falta, y no lo hago porque no tengo cómo hacerlo donde vivo ahora, es tener una cabina insonorizada… así que por ahora tengo instalado todo dentro de mi closet”.
Hoy en día Leslie está muy bien considerada dentro del mundo de las locuciones corporativas, aunque ingresar a la publicidad local le ha sido esquivo: “Yo aprendí a perder el acento cuando llevé mis clases de doblaje años atrás, entonces cuando me paro frente a un micrófono el chip se me va al tiro hacia el español neutro… y los creativos de ahora buscan naturalidad, que suenes como la vecina de al lado”. Pero fuera de bajonearse, ha sacado provecho de todo su talento para crecer, incluso es muy solicitada para locuciones en inglés ya que, sin ser nativa, su nivel es muy bueno y eso sumado a su increíble dicción y la suavidad de su voz, la convierte en una voz perfecta para las empresas.
Encontrar clientes no fue de un día para otro. Pero esta emprendedora no esperó que caigan del cielo, sino que salió a buscarlos desde el día uno en que empezó sus clases. Con mucha disciplina puso en marcha todo lo aprendido en sus anteriores trabajos y creó una base de datos con todas las productoras chilenas a las que contactó para ofrecer sus servicios.
“Yo había hecho pequeñas grabaciones de distintas cosas a lo largo de mi vida. Tenía mis grabaciones de doblaje de hace diez años. También cuando estaba en el colegio, imagínate, los papás de la Gaby tenían una productora de eventos y grabamos un jingle para Budget Rent a Car … tengo un amigo guionista en España que años atrás, cuando supo que había estudiado doblaje, me llamó porque necesitaba hacer un piloto de unos dibujos animados donde fui una gata…. Eran como varias cosas chiquitas que había ido haciendo. Así que me contacté con un ingeniero en sonido, fui a grabar a su estudio para presentarme porque mis datos deben estar en la demo… y él me juntó todos los pedacitos. Ese fue mi primer material y se lo mandé a todas las productoras”.
Al mismo tiempo se metió a todos los grupos de facebook relacionados con el mundo audiovisual a nivel Latinoamérica, donde se contacta constantemente con profesionales del rubro y promociona su trabajo. “A todo esto, yo al principio no tenía idea cómo y cuánto se cobraba” nos dice riendo, “Felizmente cuento con Max que me ha orientado siempre. De hecho, mi primer trabajo de locución fue gracias a él… necesitaba una voz femenina y no solo me recomendó, sino que me dirigió, me ayudó y salió todo perfecto. Él me dice que cuando empezó también lo ayudaron mucho, ahora estaba haciendo lo mismo conmigo y yo se lo agradezco muchísimo”.
Ese fue el inicio de un camino que viene en ascenso. Los clientes empezaron a llegar y Leslie siguió perfeccionándose hasta hoy, que aprovecha cuanta capacitación esté disponible para aprender más y ofrecer cada vez un mejor servicio a sus clientes.

En paralelo a su nueva faceta como locutora le ofrecieron cantar en dos restaurantes, lo que aceptó feliz creando “Orange Duet”, en alusión al distintivo color de su pelo. Fue en uno de ellos que una noche la escuchó uno de los gerentes de School of Rock y le ofreció un puesto como vocal coach.
“Sigo trabajando con ellos porque las clases se pasaron a formato online a raíz de la pandemia. Mas bien con mis pacientes de fonoaudiología si quedé colgada porque tienen que ir al otorrino previamente para que los evalúen y ver si tienen o no un problema en las cuerdas vocales y determinar si es anatómico o funcional… y nadie quiere ir al doctor a hacerse exámenes por el virus, así que cero pacientes nuevos”.
Las locuciones corporativas también bajaron el ritmo porque muchas empresas han quedado en stand by viendo cómo se desarrolla el panorama, pero Leslie no ha bajado la guardia y puso toda su energía en potenciar sus clases de canto, además de crear dos nuevos servicios.
“Para el día de la madre se me ocurrió ofrecer canciones personalizadas para todas las personas que, a raíz de la pandemia y cuarentena, no podían festejar junto a sus mamás. Fue un éxito, así que ofrecí lo mismo para el día del padre y en verdad para cualquier acontecimiento, cumpleaños, matrimonios… y ahora mi nuevo servicio es el Zoom Karaoke Party”.
Pero ojo que esto no es simplemente poner videos en pantalla compartida y que la gente cante en una sala de zoom, hay todo un trabajo previo no menor que Leslie hace con entera dedicación.
“Todo partió porque una mamá me preguntó si yo hacía cumpleaños musicales por zoom. Yo soy muy honesta y le dije que no, que no lo había hecho nunca, pero si podíamos intentarlo”. Ahí partió a investigar que aplicaciones se pueden utilizar, que es lo que hacen, escuchan y ven los niños según su rango etario, coordinó con la mamá de la cumpleañera para armar diferentes quizzes, buscó y cargó previamente cada canción en formato karaoke y sobre la marcha descubrió que algunas canciones no estaban, por lo que tuvo que resolverlo ella misma con su piano. “Yo soy mamá, pero mi hijo tiene seis años y la cumpleañera nueve, así que ven y hacen cosas completamente diferentes, era un mundo nuevo” nos cuenta riendo, “Estaba muy nerviosa, no sólo porque nunca lo había hecho y temía que algo tecnológico fallase, sino porque era el cumpleaños de una niñita de nueve años, era una ocasión muy especial para ella, donde tenía que salir todo perfecto, así que la mayor satisfacción fue verla con sus once amiguitas pasando dos horas de full diversión”.
Ahora, con todo lo aprendido, no solo ha estandarizado el paquete infantil, sino que ha creado también el de adultos y son un éxito.
“Esta situación, la pandemia, ha sido una oportunidad heavy en términos laborales. Me ha abierto a nuevos mercados con alumnos en otros países y yo creo que eso no va a dejar de ser. Las clases presenciales, si bien tienen otras características importantes, tienen un limitante en términos de tiempo porque, en mi caso, antes yo tenía que volar y estar en mi casa a una hora para ver a mi hijo. Y creo que eso les pasaba a muchas personas. Ahora, de esta forma, me armo los horarios sin tener que desplazarme y así estamos todos. Yo antes no me consideraba una persona creativa, ahora sé que si lo soy y estoy aprovechando mis conocimientos”.

“Yo creo de verdad que si una hace lo que le apasiona le va a ir bien. Yo soy un ejemplo de eso. Y si no te va bien a la primera, te va a ir bien a la segunda, o a la tercera, pero te vas a encontrar. En el fondo, tiene que ver con serte fiel a ti misma, a tus convicciones y a lo que a ti te mueve. No ha sido fácil, pero pucha que he disfrutado mi proceso, me he desencantado y me he vuelto a enamorar de mí misma. Y en el camino he ido aprendiendo…. Porque hay que aprovechar todo lo que te traiga la vida, los éxitos, las caídas, todo al final nos va a sumar.
Al final una se tiene que levantar todos los días a hacer algo … ¿Te vas a levantar a hacer algo que odias?
Ahora más que nunca nos dimos todos cuenta que la vida cambia de un minuto para otro. Somos una cosita chiquita acá, así que no nos levantemos quejándonos por lo que no tenemos. Yo quiero que mi hijo sepa que todos podemos trabajar en lo que nos gusta. A mí me costó una vuelta más larga, pero llegué igual y me encanta. Ha valido la pena”.
