Muchas veces partimos caminando con una idea en la cabeza y sobre la marcha vamos descubriendo nuevas formas que nos enamoran. Katherine Solángel Díaz sabe de eso por experiencia. Psicóloga de profesión, licenciada y colegiada, con una especialización en recursos humanos, un día se permitió explorar una faceta muy distinta a lo que ella consideraba el trayecto lógico que debía seguir su carrera y todo se transformó a su alrededor.
“Yo no sabía que era el teatro… o sea, lo conocía como espectadora, pero no sabía que era estar dentro de una escena y dentro de un personaje, no tenía idea de todo el trabajo que hay detrás. Cuando yo piso por primera vez los talleres de clown se me hizo un poco difícil porque yo era muy estructurada y de repente pasó como cuando conoces a alguien y te gusta ¡tenía esa sensación en el estómago tipo mariposas! Y esa sensación la vivía antes de cada clase, e igual me pasaba con las clases de teatro con Ramón García. Un día me dije a mi misma… vaya, mi rumbo va a cambiar definitivamente”.
Y tenía mucha razón, cambió en 180 grados porque renunció a su trabajo y decidió emprender con una propuesta que combina la psicología con el clown. “Comencé con los videos, con la seguridad de que estaba empezando un nuevo camino, y de ahí empecé a hacer talleres para algunas empresas. Empecé a jugar con las personas, con los equipos… Ahí comienza mi rumbo como emprendedora, mi rumbo como independiente, porque me gusta conectar, participar, jugar… y me encanta ver a la gente empoderada después de cada taller, con ese brillito en los ojos y las ganas de querer comerse el mundo, tomando las riendas de su vida”.
Así nace MOTICLOWN.

“Siempre tuve la curiosidad por saber que pasaba a través del teatro, porque desde ese entonces y hasta ahora me encanta escribir. Y yo siempre creí que tenía un lado artístico pero no me crié con el lado artístico. Nunca lo exploté y nunca le tuve fe. Entonces, cuando yo veía a los clowns decía “pucha que chévere” y cuando me inscribí en las clases hubo un trabajo interior muy fuerte… y si bien me iba enamorado ¡también me iba desestructurando! Porque claro, yo identificaba algunas dinámicas que son psicológicas entonces mi ego levantaba la voz y decía “esto yo ya me lo sé”… es increíble cómo el ego no te permite soltar y jugar… hasta que me dije: voy a dar ese salto y empecé a darme cuenta de muchas cosas, sobre todo que estaba naciendo algo nuevo en mi”
Pero no todo fue color de rosa. Como muchas emprendedoras, el miedo inicial se hizo presente. “Me moría de miedo y me preguntaba a mí misma ¿qué estoy haciendo? ¿cómo comienzo para poder vivir de esto?” nos cuenta ahora riendo, “Claro que tuve un pequeño luto. Un día me levanté y viajé a Chiclayo, donde viven mis padres. Felizmente ellos siempre nos han apoyado a mí y a mis hermanas, nos han empoderado. Pero había algo en mí que mis padres no conocían: y era que mi lado artístico podía ser una fuente de trabajo remunerado. Les expliqué además que la psicología era parte fundamental de mi nuevo proyecto. Al principio sólo una persona me apoyaba al 100% en mi sueño y era la primera en darme like a todo, mi gran amiga Katty Tantaleán».


Ya de vuelta en Lima, Katherine Solángel inició un ciclo de videos orientados a recursos humanos, “mi primer video era de quince minutos sobre cómo hacer tu cv” recuerda. Sin embargo, el entusiasmo fue bajando al transcurrir las semanas porque sentía que seguía haciendo más de lo mismo. “Necesitaba actuar, no quedarme fría esperando que las cosas sucedan por arte de magia. Así que cogí mi nariz roja y me lancé, expectante de que iba a resultar de todo esto. No me enfoqué tanto al inicio en tratar de vender mis servicios, porque consideraba que era más importante ir armando una red de personas que supieran a que me iba a dedicar. Empecé a conectar a la gente a través de los videos, mostrándome como soy, hice el logo de Moticlown y mucho trabajo de networking”.
En paralelo, Katherine necesitaba retroalimentarse para poder afinar tanto su estrategia como el perfil de sus servicios, por lo que coordinó con varios de sus contactos profesionales para tener una reunión y conocer que opinaban sobre su proyecto. “Yo me iba con mi mochilita bien ilusionada a juntarme con algún gerente, feliz porque iba a recibir feedback. Y las respuestas que encontraba eran “esto no va a funcionar”, “todo el mundo hace clown”, “todavía te falta” y fueron pinchando mis globitos poco a poco, tanto que ya no quería seguir. Y ya al final, muy desmotivada, tenía una reunión con Rosario Bashi y fue una conversación de seis horas. Ella fue la única persona que me dijo “vas por buen camino, no desesperes, todo va a llegar”, y eso fue como una lucecita que me impulsó a seguir”.

Renovada y con una inyección de energía, Katherine Solángel volvió al ruedo preparando y ofreciendo su portfolio de servicios. Su primer cliente fue una consultora de TI a quien le vendió unos talleres personalizados para sus colaboradores. Este cliente la refirió a otra compañía y así, a través de contactos y de un trabajo impecable, Moticlown empezó a despegar, ajustándose en el camino. “Al principio trabajaba como persona independiente, emitiendo recibos por honorarios. Pero precisamente por eso perdí la oportunidad de trabajar con una empresa que sí o sí quería factura . Entonces me formalicé como persona jurídica”, nos cuenta.
Pero Moticlown no solamente está enfocado en el B2B, también trabaja directamente con familias, desarrollando dinámicas orientadas a fortalecer la integración familiar y la confianza, así como también con personas naturales a través de la terapia, todo en versión clown. “Todo el mundo habla de la salud mental pero nadie toma en cuenta realmente su salud mental. Muchos piensan que salud mental es únicamente controlar sus emociones y es mucho más que eso”, nos dice categóricamente. De hecho ahora, en tiempos de pandemia, son más visibles las reacciones emocionales y conductuales.
“Quería poder ofrecer algo accesible y diferente. Y la idea me vino por mi amiga Mayra Ortiz que también está en el grupo de #LinkeJuntasWomen y siempre me llamaba Moti… así nace la doctora Moti”, nos cuenta emocionada. “Empecé a publicar notas donde la doctora Moti, que tiene una personalidad más extrovertida y divertida, entabla una conversación contigo. Al ser una doctora clown, las consultas son diferentes, se genera otro ambiente, nos reímos, podemos tocar diversos temas, ser más expresivos, perder la vergüenza, jugar más. Te deja una serie de tareas para que trabajes en ti misma y además tienes apoyo emocional constante, por más que la consulta sea un día, de una hora u hora y media, porque en esta época de pandemia tú no sabes si tus emociones pueden descontrolarse, entonces no puedo desentenderme de mis pacientes, los acompaño en todo el proceso”.

Previo al estado de emergencia y cuarentena, Katherine Solángel trabajaba lo administrativo desde casa y los talleres en diferentes locales así como en las empresas que la contrataban.
“Trabajar desde la casa es estar cerca a muchas distracciones. ¿Decirte que fue todo perfecto? No… yo procrastino hasta por las puras ¡jajajaja!”
De hecho, es un reto para gran parte de las emprendedoras poder gestionar adecuadamente el tiempo y potenciar sus día a día. “Ahora me pongo plazos para avanzar y, muy importante, voy midiendo mis avances. Al inicio era más complejo porque hacía siesta en la tarde, jajaja, ¡tantos años en oficina sin poder dormir!” dice muerta de risa, pero es cierto: la primera fase puede ser difícil de manejar ya que perdemos la estructura que nos da un trabajo de oficina. “O me amanecía trabajando para dejar las cosas listas y al día siguiente me despertaba tarde… y así el día se te va. Entonces lo que hacía era apuntar todo y ponerme fechas límite. Tampoco podía llenar de tareas todo un día porque eso iba a hacer que procrastine más, porque me iba a aburrir. Si o si buscaba pequeñas distracciones en mi día para poder avanzar: un tiempo en Netflix, otro tiempo bailando ¡a mí el baile me encanta! Pero sin duda lo que más me motivaba a seguir era el hecho de seguir estudiando teatro. Casi en la cabecera de mi cama tengo una pizarra de tiza donde me lo recuerdo todos los días ¿por qué hago esto, por qué chambeo todos los días? porque quiero demostrar que con lo social y el arte puedes crecer y también porque quiero seguir estudiando teatro”.
La pandemia, como a todos, la hizo poner el freno de mano y evaluar qué caminos había ahora disponibles para avanzar. “No te voy a mentir, al principio fue un choque emocional muy fuerte, me sentí desmotivada porque en si mi trabajo es lograr que la gente conecte a través de juegos donde generalmente hay harto contacto físico”. Pero luego de darse el espacio y el tiempo necesario para procesar esta nueva realidad y los sentimientos que generaba, Katherine Solángel encontró una manera de mantener su marca y negocio en el mercado. “Inicié con “fuera de la línea”, un ciclo de entrevistas con gente que me había inspirado en su momento, dónde tenían el espacio para que hablaran no sólo de su título en una empresa, sino ver y conocer a la persona en su nombre completo. Ahí aprendí más como utilizar Zoom y Streamyard para seguir trabajando a distancia”.
Las entrevistas, las sesiones de terapia con la doctora Moti, los videos en su canal de YouTube y también los podcasts… ella sigue trabajando con el mismo cariño pero a un nuevo ritmo. Sin embargo, algo queda aún pendiente y es el proyecto en el que está poniendo toda su energía: desarrollar los talleres grupales de manera virtual. “Honestamente, le tenía pánico hacer talleres virtuales porque el estar frente a una cámara a muchos les da miedo, entonces me cuestionaba ¿cómo va a funcionar? ¿cómo sé que la otra persona va a hacer el ejercicio frente a la cámara? Pero hay que perder el miedo y experimentar”. Así le va dando forma a un nuevo concepto que va a lanzar próximamente.
“Con esto que está pasando todos hemos sufrido una caída y nos estamos levantando en nuestros tiempos; no todos pueden continuar al mismo ritmo y está bien, nadie sabe la vida del otro. No coloquemos etiquetas, ni a los demás ni a nosotros mismos”.
Y es que esta coyuntura ha generado que muchas personas sientan la “obligación” de ser full productivas todo el tiempo y el no poder cumplir con todo lo autoimpuesto puede generar una ansiedad innecesaria.
“Querer controlar todo te enferma. Centrarse en lo negativo también te enferma. Hay una frase que llevo impregnada en mí que decía que Jesús se acerca a María Magdalena y le pregunta porque ella no tiene miedo al brote de lepra y ella le responde: “Le tengo más miedo a la enfermedad del alma que a la enfermedad de la piel. Porque la del alma te mata”. Las emociones influyen… Y tomo consciencia de que mi estado mental fluye más y mejor si está relajado que si está estresado por lo que no puedo hacer. Si me enfoco en que no puedo hacer talleres presenciales, que no estoy generando los mismos ingresos, si me enfoco en todo lo malo, todo me va a ir mal. Entonces me tengo que enfocar en lo bueno, en lo que sí puedo hacer, en lo que me hace bien y me pone feliz. Es como leí hace poco: nos enfocamos tanto en aquello que nos falta que no apreciamos lo que ya tenemos. Tenemos un techo, tenemos una cama, tenemos comida, tenemos salud…. Entonces estamos bien”.

La energía de Katherine Solángel es auténtica y traspasa con creces la pantalla por la que hacemos la entrevista. No vende una historia, te cuenta la suya con todo lo bueno y lo malo, así como es la vida. Ríe feliz (¡y orgullosa!) mientras me cuenta que ha descubierto en el encierro su habilidad para preparar pan, amasar la relaja, las focaccias le quedan deliciosas y las comparte con todos los vecinos con quienes se cruza un ratito en el parque mientras pasean a sus mascotas. Ha adoptado un gatito bebé que es su nuevo compañero y se entretiene a través del dibujo y la pintura, además de disfrutar del baile y la buena música que le llena el alma . Ha aprendido con las semanas a disfrutar de sus nuevos tiempos libres.
“Todas las noches me tomo un tiempo para meditar. No soy el gurú de la meditación, ni me hago unas flexiones como las personas que practican yoga, para nada, pero si respiro profundo y dejo salir mis pensamientos negativos. Tengo muy claro que ahora estoy encerrada conmigo misma y me permito vivir y expresar mis emociones. La positividad no significa siempre estar alegre y motivada porque no puedes andar todo el tiempo regalando sonrisas. Ser positiva es ser resiliente, es ir trabajando a través de esa dificultad ¡eso es ser positivo! Que reconozcas las oportunidades y todas tus opciones”.
Sus planes a futuro con Moticlown van a ir a otra velocidad, pero no paran en absoluto. “Si no puedo correr camino, si no puedo caminar, gateo… pero me muevo y me arriesgo. Voy a experimentar todo lo posible para encontrar lo que funciona mejor ahora”. No cierra ninguna puerta ni posibilidad, al contrario, está atenta a cómo puede seguir aportando con su talento, su conocimiento, sus ganas y el cariño por su trabajo.
“Todos tenemos que ayudarnos ahora para salir adelante; por eso, además de las nuevas ideas que surjan, he decidido que la tarifa social de la doctora Moti continúe todo el tiempo que sea necesario”.

“¿Qué le diría a una mujer que quiere emprender? Que parta con una pregunta: ¿qué es lo peor que podría pasar? Que sepa que al inicio ninguna la tuvo muy clara. Que tiene que actuar por ella, no por el resto, y que tiene que actuar ya, que no se de tantas vueltas porque nadie tuvo todas las respuestas al inicio. Que al principio va a tener que jugar y experimentar, ahí es cuando nacen las ideas. Cuando comienzas a actuar las puertas se te abren y, sobre todo, tú comienzas a ser una puerta para otras personas también… es una cadena. ”.