“Ante la adversidad una encuentra la forma de salir de su zona de confort” nos dice Carolina Cáceres-Raffo cuando partimos la entrevista. Esta emprendedora, una convencida que se generan grandes oportunidades cuando las mujeres se apoyan entre sí, transmite una energía arrolladora que traspasa la pantalla por la que nos vemos.
Arqueóloga egresada de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, con una especialización en antropología física y forense, esta capa trabajó como parte de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, órgano creado para investigar a fondo y elaborar un informe sobre los factores y responsabilidades que marcaron la violencia terrorista en el Perú entre 1980 y el 2000 con el fin de proponer las reformas necesarias que incentiven y aseguren la paz en nuestro país. Luego de presentar el informe, Carolina pasó laboralmente a un tema completamente distinto: la Prevención de Riesgos y Salud Ocupacional “¡Fue una maravillosa experiencia! Me encantó trabajar en este tema que a veces está tan olvidado en muchos sectores laborales, sobre todo para los arqueólogos que nos mandaban a zonas inhóspitas sin ningún tipo de prevención” nos cuenta.
En este periodo profesional tan satisfactorio quedó embarazada de su primer hijo. Todo perfecto, un embarazo maravilloso y volvió de su post natal bastante contenta. Sin embargo, algo cambió en su chip interno. “Me costaba dejarlo todo el día y verlo solo en la noche para acostarlo. Así que a los tres meses de regresar lo vimos con mi esposo, él me apoyó en todo y decidimos que lo mejor era que me quedara en casa”. Al poco tiempo llegó el segundo heredero y, en total, Carolina se dedicó seis años a la maternidad exclusiva hasta que pudo llevar al más pequeñito al prekínder.
“Ahí me dije ¿y ahora que hago? Porque los dos se iban a clases y yo ya no tenía nada que hacer. Regresar a trabajar en mi carrera se me hacía súper complicado porque significaba viajar constantemente y pasar mucho tiempo fuera de Lima, y con dos niños chiquitos no iba a hacerlo, definitivamente mi carrera era incompatible con la maternidad que quería practicar”.
Uno de sus hobbies de toda la vida era la costura, así que decidió darle una oportunidad y ver la posibilidad de iniciar una marca de ropa. Sin embargo, conversando con una gran amiga diseñadora que trabaja en el rubro, vio que en ese minuto no era su mejor opción. “Olvídate, cuando me explicó que tenía que considerar modelo, por talla, por color, por prenda para armar una colección casi me desmayo. O sea, tener una línea de ropa es una de mis metas a futuro de todas maneras, pero ahí no era el momento”. Buscando otras opciones se inscribió en un curso de carteras para ver si por ahí iba su futuro negocio hasta que, sin pensarlo, una actividad cotidiana le trajo la inspiración.
“Yo he sido mamá de parque” nos dice riendo; “Agarraba a mis dos hijos y partía al parque para que jueguen mientras yo conversaba con las otras mamás. Y así me di cuenta que uno de los problemas que teníamos todas en común era cómo lograr que nuestros niños estén tapados toda la noche, sobre todo en invierno, porque las criaturas se mueven y la ropa de cama termina en el piso, los pantalones de pijama se levantan hasta la rodilla, al final terminan desabrigados y se enferman. Ahí se me prendió el foquito y me puse a buscar un diseño de ropa de cama que funcionara con cierres”.
Así nació Sueños de Lirón

“Todo el proceso fue experimentar, aprender y hacer. Me puse a investigar y encontré unos diseños que me encantaron y los tuve que adaptar a la realidad peruana. Empecé a confeccionar las muestras un 17 de julio y recién el 24 de septiembre hice mi primera venta. En todo ese trayecto hice los prototipos, los llevaba donde mis amigas para que sus hijos los prueben, veía qué telas funcionaban mejor, que rellenos ¡todo! Hasta que salimos al mercado y vendí mi primer producto. Me acuerdo clarito que fue a una clienta a quien no conocía personalmente, que me contactó y confió en mi trabajo… ¡yo estaba muy nerviosa!”.
Son ya tres años en los que Sueños de Lirón está en el mercado y ha ido creciendo sostenidamente gracias a la pasión, cariño y disciplina de Carolina, así como el equipo de grandes mujeres que trabajan a su lado. Pero los inicios fueron ensayo error como suele suceder: “Nunca me voy a olvidar de esto. Para hacer mis juegos de cama necesitaba unos cierres especiales. Así que bien contenta contacté a Rey para comprarlos y resulta que tenía que comprar equis cantidad de docenas…. Ya, la inversión más grande que he hecho en la vida entera es en cierres ¡una locura!” nos dice muerta de risa; “Ahí, mientras veía el arsenal de cierres almacenados, me pregunté ¿y ahora qué hago con todo esto? nada pues, apostar con todo por mi proyecto”.
Ahora es conocida amorosamente como “La Lirona” por todas sus clientas que suelen recomprarle y recomendarla en todos sus círculos. Y es que Carolina se involucra directamente con todos los pedidos que llegan a través de sus redes sociales, le gusta conocer las historias detrás y conecta con todas las necesidades de las mamás. Además, busca que sus productos -sumado a que son prácticos y hermosos- acompañen a las niñas y niños desde el baby nest durante su crecimiento hasta llegar al proceso de “pasar a la cama grande”, que se convierta un ritual mágico para ellos, que reconozcan su cama como su espacio y se sientan más independientes. De hecho, sus edredones llegan con un minicuento en la tarjeta (escrito por ella misma), donde se narra la historia de un lironcito que no podía dormir y cómo lo logra al final gracias a una luciérnaga y una manta que convertía sus noches en aventuras especiales.
“En la transición muchas veces los niños no quieren ir a dormir en su cama, pero si ellos participan en la elección de sus telas, si los haces parte de la creación de su ropa de cama, se crea una conexión. Eso es lo que quería transmitir un poco a través de mi marca, ayudar a las mamás en el proceso”.
Asimismo, gracias al diseño funcional de sus piezas, pueden partir el día con el pequeño gran logro de tender la cama solitos en un santiamén. Un éxito en todo sentido.
Cuando Sueños de Lirón inició operaciones, Carolina tuvo que arrendar un local pequeño que funcionara como su taller. La misma gran amiga que le hizo notar los detalles de una marca de ropa le regaló una remalladora para que se instale con todas las de la ley y empiece. La gran ventaja que tenía además en los tiempos pre-pandemia es que los niños iban al colegio y no volvían a casa hasta las tres de la tarde, ya almorzados, lo que le daba varias horas de trabajo sin interrupciones. “A partir de la cuarentena, honestamente, no tengo un horario definido. Tengo que supervisar las clases virtuales porque el más chiquito está en primer grado y con el más grande tengo que ver que no se distraiga entrando a YouTube. Además, ahora sí almuerzan en casa así que tengo que encargarme de eso también, ver que coman balanceado. Así estoy, buscando espacios de tiempo para ir a trabajar. Creo que así estamos todas, adaptándonos a esto”.
Pero Sueños de Lirón no ha bajado las ventas. Si bien al inicio le era muy complejo encontrar materiales, se arregló con lo que tenía o podía conseguir para seguir produciendo. “El único tema es que tuve que hacer varias cosas sola al inicio y claro, yo no sabía hacer todo, éramos tres personas trabajando en equipo antes de la pandemia. Yo siempre he estado a cargo del diseño, las compras, así como apoyando en corte y en armados, pero no trabajando directamente con las máquinas industriales. La primera vez que se me salieron los hilos de la remalladora llamé al técnico porque no tenía idea de qué hacer. La segunda vez que me pasó fui caminando a buscar a una señora costurera (que ahora trabaja conmigo) para que venga a ayudarme… y la tercera vez que se salieron me puse a llorar desconsolada, porque era tarde y tenía entregas y no sabía qué hacer. Bueno, me puse a ver tutorial tras tutorial por más de una hora hasta que logré solucionarlo. Y ahora ya sé que debo hacer. Eso va a pasar, te vas a frustrar y es normal, pero tienes que seguir avanzando, aprender en el camino”. Hoy trabaja con su equipo de forma remota y está organizando un proyecto para apoyar a las costureras del distrito de Chorrillos. “Mi sueño a futuro es tener un taller súper grande, con un montón de máquinas, donde las mamás puedan ir a trabajar con sus hijos, que tenga un espacio acondicionado para ellos donde van a estar atendidos mientras mamá trabaja al lado, pero que, en cualquier momento, sea porque tiene que darle de lactar o simplemente quiera jugar un rato, puedan pasar tiempo con ellos”.
“No tuve tanto que aprender de telas porque como siempre fue mi hobby conocía bastante… lo que más me costó aprender fue del negocio en sí. Como negociar con proveedores y clientas, todo lo que es SUNAT, cómo publicitar mi página. También hay cosas que una va ajustando, por ejemplo, al inicio compré varias telas y me stockié de productos que se me quedaron, porque cada clienta es un mundo, a cada una hay que escucharla y en conjunto desarrollar la idea. Por eso ahora hacemos todo a pedido”.
Junto a su equipo están organizándose para que la operación sea más fluida en estos nuevos tiempos. Va a reactivar prontamente su página web y están evaluando diversas estrategias para potenciar las ventas. Por lo pronto Carolina sigue dedicando un día a la semana para ir a Gamarra, no solo para comprar materiales, sino para ver las novedades y conocer nuevos proveedores a fin de ofrecer a sus clientas lo mejor. “En eso soy muy exigente. En Gamarra ves de todo, así como hay telas maravillosas también encuentras telas de muy mala calidad o piratería. Por eso es importante ir, ver, probar. Yo en tres cuadras tengo a casi todos mis proveedores, pero me doy el tiempo de explorar”.
De igual manera, está investigando nuevas líneas de producto, todas inspiradas en el desarrollo de los niños y el apoyo a las mamás. “Ya hemos hecho algunas pruebas de otros productos y nos quedaron preciosos, así que pronto verán novedades” nos cuenta con auténtica ilusión. Asimismo, tiene como próxima meta ver el branding de su marca y la generación de más contenido de valor a través de sus redes.
¿Qué le diría a una mujer que quiere emprender?
Yo creo realmente, y te lo digo de todo corazón, por todo lo que implica emprender y saber que ya no vas a tener gratificaciones, CTS, seguro y todo lo demás sumado a tu sueldo mensual, es que te dediques a algo que te guste ¡un montón!
Y estoy muy segura que todas las personas tenemos algo que nos gusta un montón, que nos apasiona, que disfrutamos. Porque si quieres dedicarte a algo que “se vende bien” pero no te gusta, vas a invertir plata y tiempo por las puras arvejas, así de simple. Vas a abandonarlo a la primera que las cosas se pongan fregadas, que pasa.
Si te gusta algo y te cansas, descansas, no lo abandonas. Pero la línea fina entre descansar y abandonar es precisamente la pasión por lo que haces.
Y otra cosa muy importante que he aprendido… ¡separa tu sueldo del dinero de la empresa! Ojo con eso ¡tu tiempo de trabajo vale! Está bien que sea tu emprendimiento, pero tienes que fijarte un sueldo por todo el trabajo que haces en él, nunca lo olvides.
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