“Soy diseñadora gráfica, pero cuando yo estudié la carrera todo era más manual, no se usaba tanto la computadora…. Era agarrar tus pinceles, tus colores, tus témperas, hacer tus propias mezclas y crear…. Tiraba mucho más a lo artístico” nos cuenta Ana Ruiz de Somocurcio, creadora de Zonko Diseño Artesanal, una marca peruana que ofrece productos decorativos y utilitarios diseñados y hechos a mano por ella misma.
“Esta faceta de Zonko, orientada a la decoración, nace en el 2017. Ya antes habíamos utilizado ese nombre como marca para una línea de polos, pero no continuamos la producción por problemas con los proveedores. Cuando me animo a lanzar la línea de piezas de decoración retomo el nombre porque tenía una conexión especial con él. Zonko significa corazón y eso precisamente es lo que le pongo a cada una de mis piezas”.

Emprender no fue la primera opción al terminar sus estudios. Ana, como muchas de nosotras, se empleó en el mundo corporativo “y por esas cosas de la vida no veía tanto diseño, sino que coordinaba el diseño que hacían otros”. Su reencuentro con el arte fue sin planearlo: la revista para la que trabajaba cerró y, buscando alternativas, se juntó con una amiga para poder ofrecer clases de arte para niños. “Compramos un montón de materiales e hicimos de todo para poner el taller. Pero en el ínterin le comenté mis planes a un familiar que tenía un nido y me dijo ¿por qué no vas dando clases de arte acá para que vayas entrando en calor hasta que arranque tu taller propio? y a final fue muy gracioso porque me quedé como profesora en el nido y el taller que queríamos nunca se abrió” nos cuenta entre risas. “A mi amiga le salió también una oportunidad buena y ambas preferimos tener algo más seguro y lo dejamos para algún día”.
Estuvo trabajando con niños en el nido por cuatro años. Primero enseñando arte y después, cómo estaba encantada con su trabajo, decidió estudiar y prepararse en la metodología que el nido utilizaba. “Al final fui profesora de aula con los más chiquititos, donde todo el aprendizaje es a través del arte, absolutamente todo, todas las nociones que los niños debían aprender las hacía a través del arte, fue muy bonito, muy divertido”.
“En el nido estuve hasta el año pasado, entonces tenía en paralelo mi emprendimiento y mi trabajo fijo que además me daba un horario maravilloso, porque a las dos de la tarde ya estaba fuera y tenía toda la tarde libre para crear, experimentar, probar con materiales. Pero claro, hay una sensación de seguridad cuando tienes un trabajo que te paga un sueldo mensual, porque muchas veces una no puede darse el lujo de experimentar con materiales y técnicas y ser creativa si no tienes con que comprar esos materiales. Con mi sueldo podía destinar una parte para darme el gusto de seguir investigando… así me lancé”.

Su primer emprendimiento, en el 2008, le había dejado cierto sinsabor. No les fue mal y vendieron todo, pero al tener que tercerizar gran parte del proceso, las demoras e incumplimientos de los proveedores generaron algunos malos ratos.
Sin embargo, el bichito de crear seguía presente y Ana se decidió explotarlo para convertirlo en lo que ahora es su propio negocio. “Fue muy loco. Yo dije, quiero hacer cosas con mis manos, con materiales… y con una amiga nos metimos a una feria navideña, lo programamos con anticipación, compramos el derecho a un stand y ya veríamos que vender… con esa presión nos pusimos a trabajar”.
Su amiga, artista como ella, se decidió por una técnica. Ana, para no hacer lo mismo, inició la búsqueda de otras y así ofrecer productos distintos. “Me puse a trabajar con otro tipo de maderas y así arranqué primero con la marquetería, que es cómo cuando haces un collage con diferentes tipos de madera formando patrones. De ahí pasé a otra técnica que me inventé, que es con una pasta que yo preparo y te hace un alto relieve para tener sobre la madera diferentes relieves y poder pintarla en distintos tonos. Y de ahí aprendí la técnica de los hilos, que es algo que me encanta y con la base que aprendí arranqué a hacer un montón de piezas experimentando. Ahora estoy aprendiendo a utilizar la resina, me encanta, pero sigo probando antes de ofrecer una pieza en Zonko”.
Esa feria fue el inicio. Les fue muy bien con las ventas y Ana formó una gran red de contactos para poder colocar sus piezas en diversas tiendas multimarcas, así como en nuevas ferias. “Yo he seguido participando en distintas ferias hasta el año pasado, la última en la que estuve fue la del Regatas y súper bien, además es un ambiente donde conoces mucha gente e intercambias lo que sabes y te contactan de tiendas porque las dueñas visitan estos espacios en busca de productos novedosos. Es así que he ido construyendo un público de clientes y siempre he estado participando”.

Trío de cuadros con hilos tensados, hecho a mano por Ana – Zonko Diseño Artesanal.
Ya en crecimiento, Ana no quería pasar nuevamente por el estrés anterior con los proveedores así que se dedicó a buscar y probar hasta encontrar un partner con quien poder trabajar a largo plazo. “Cuando ya me di cuenta que esto pasaba de ser un pasatiempo para convertirse en un emprendimiento, lo que a mí me funcionó bien fue conseguirme un buen proveedor de la madera, alguien que entendiera mis diseños. Ese fue un punto clave para poder cumplir con diferentes pedidos que tenía”.
Ana se encarga de toda la parte creativa y, una vez tiene la estructura de madera lista, se hace cargo de la parte manual también. “La idea de mis piezas es que sean únicas. Son hechas completamente a mano y no se hacen en cantidades gigantes. Yo misma las diseño, las hago, voy creando en el camino. Ese es mi plus”.
Actualmente trabaja desde su casa. Ha implementado una pequeña oficina en uno de los dormitorios, aunque cuando trabaja piezas muy grandes se ha visto en la necesidad de invadir la sala. La idea para este año era poder alquilar un espacio más grande para poder utilizarlo como taller, así como también contratar un par de asistentes, dado que el 2019 fue un muy buen año para Zonko… pero los planes quedaron en stand by debido a la situación actual. “Trato de quedarme en el espacio que he convertido en mi taller…. me encierro, pongo música y a trabajar. Ha habido veces que pierdo noción del tiempo y me dan las dos de la mañana ahí, pero normal porque estoy muy entretenida disfrutando mucho lo que hago”.

Lámpara de mesa con hilos tensados, hecho a mano por Ana – Zonko Diseño Artesanal.
“A veces la gente no llega a entender que los emprendedores hacemos casi todo. Yo no sólo produzco mis piezas, después tengo que tomarle foto, crear los posts… todo eso te toma tiempo. Yo, si bien soy diseñadora con experiencia en publicidad, me he tenido que actualizar un poco, aprender en el camino. Y quiero seguir investigando y capacitándome, pero a veces no tengo el tiempo. Por eso, en los planes futuros de Zonko está retomar la idea del taller y los asistentes, para enfocarme en otras cosas que nos permitan seguir avanzando”.
Ana nos confiesa que se aburre rápido si se queda pegada en una sola técnica, por eso está constantemente explorando, aprendiendo cosas nuevas y buscando experimentar. “Quiero mezclar todas las técnicas y plasmarlas en piezas grandes, que ya he hecho, pero que ahora por espacio no ofrezco mucho. Quiero hacer biombos, cabeceras de cama, cuadros grandes”.
Nuestra Emprendedora que Inspira, pese a trabajar prácticamente sola, es muy organizada y, sobre todo, está absolutamente comprometida en cumplir con cada uno de sus clientes no sólo en los plazos establecidos, sino en que el resultado final sea lo esperado y que disfruten cada una de sus creaciones. “Siempre estoy con el corazón en la boca hasta que la clienta me llama a decirle que todo llegó bien y que le gustó la pieza. Gracias a Dios en todos estos años nunca me ha pasado que se quejen o que me la devuelvan, eso es motivador”.

La pandemia no la encontró muy stockeada felizmente, sólo con algunas cosas que hizo para ferias pero que no le ha sido difícil sacar a la venta a través de su fanpage. Y es que, si bien empezó full con tiendas multimarcas al iniciar su negocio, el año pasado se enfocó más a los pedidos personalizados que le permitían experimentar.
“Trabajé para una empresa gigante unos cuadros grandazos también, donde además me pedían medidas y materiales específicos… y yo que siempre he tenido mucha libertad, esta vez no podía salirme de los parámetros porque ellos querían algo muy puntual. Con mis clientes personales no pasa lo mismo, me piden una pieza, me cuentan que colores les gustan y en base a eso la vamos personalizando. Vemos las medidas para el espacio que necesitan y después de eso recién les cotizo según el tamaño y los detalles que quieran. Por eso tampoco tengo precios muy fijos, porque no son piezas fijas, las voy trabajando al gusto de cada cliente”.
Ana nos cuenta que esta “nueva normalidad” nos ha hecho no sólo buscar la comodidad y funcionalidad en nuestras casas adaptándolas a nuestras necesidades, sino que ponerlas bonitas es también una forma de auto motivarnos. “Ahora las personas están invirtiendo en poner sus espacios simpáticos y alegrarse un poco la vida con piezas que te gustan y te levanten el ánimo”. Es por eso que en todos estos meses Zonko ha seguido recibiendo pedidos constantes.
Sin embargo, al inicio en plena cuarentena, encontrar materia prima fue todo un desafío. “Yo por suerte tenía algunas piezas de madera listas que pude usar los primeros meses… pero cuando se iban terminando no había donde encontrar nada. El carpintero con el que trabajaba desaparecido porque no tenía como abrir su taller y en su casa no lo podía hacer, hasta que logramos descubrir la fórmula para que pudiera trabajar. Pero encontrar clavos, o barniz era imposible… así que fui buscando a través de todos los grupos de Facebook en los que estoy y felizmente siempre había alguien que te salvaba; en verdad la gente si te ayuda, y si yo tengo la oportunidad de ayudar a alguien también lo hago porque esto ha sido bien duro para todos”.
Como anécdota nos cuenta que, al partir todo esto, tenía sólo cuatro lijas a las que tuvo que sacar el jugo: “Les di vuelta, hasta las he lavado, y volvieron a funcionar, eso fue cuestión de jugármela” nos dice ahora riendo, pero súper consciente de lo aprendido tras la experiencia. “Son cositas que parecen tontas pero que son muy importantes. Ya una sabe que tiene que estar más preparada para todo y que tienes que acomodarte a las circunstancias”.

¿Qué le diría a una mujer que quiere emprender? Nada, que se mande con todo nomas. Si tú tienes una idea y crees en ella, piensas que puede funcionar, metete de cabeza. Ahora con las redes sociales no necesitas tener una tienda, no necesitas tener una oficina para partir, no necesitas gastar en una publicidad carísima… lo puedes hacer tú. Y si no funciona no es el fin del mundo, pruebas con otra cosa. De la prueba aprendes que funciona y que no funciona. Yo cuando inicié en la marquetería solo podía colocar mis productos en tiendas, ni siquiera tenía una red social, no había nada para mostrar lo que hacía. Era bien frustrante ahora que lo pienso. Ahora puedes tomar una foto, la posteas ¡y el mundo entero se puede enterar de lo que tú eres capaz de hacer! Esa es una herramienta que yo no tuve en el inicio y a la que ahora le puedes sacar el jugo para crecer.